jueves, 8 de enero de 2015

La importancia de la confianza

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Que la situación del Everton no es la ideal no es ningún descubrimiento en lo que va de temporada. A la imagen irregular que ha dejado el equipo de Roberto Martínez en el campo, se han unido un número de resultados malos que no ayudan al equipo para que de la vuelta a la situación y salgan del bache en el que se han metido. Un bache que comenzó soportándose en las lesiones que tuvo el equipo a inicio de temporada, y que se fue haciendo más grande según iba mermando la confianza de la plantilla, la seguridad del entrenador y la paciencia de algunos aficionados. Echando la vista atrás, es imposible no mostrar cierta incredibilidad respecto a la temporada pasada. Una temporada donde los jugadores  confiaban en sí mismos, Roberto Martínez no dejaba dudas a nadie de su potencial y el Everton iba plasmando su imagen allá por donde pasaba. En definitiva, esta temporada está siendo una antítesis de la temporada pasada.

Y posiblemente, lejos de los focos y toda la presión que está en torno al equipo, la solución la tengan ellos mismos. El Everton ha perdido la confianza (o parte de ella) que destilaba la temporada pasada. Durante la campaña 2013/2014, el equipo de Roberto Martínez hacía partidos redondos, muy muy buenos. Maravillando a cualquier persona que les viera jugar, no recibía más que elogios a cada encuentro que disputaba. El juego asociativo que había establecido el técnico español fue captado desde un primer instante por su plantilla. Cada partido dejaba algo positivo como aprendizaje, e incluso en aquellos partidos en los que el Everton acababa con un resultado "negativo", las sensaciones eran positivas debido a la imagen que se dejaba. Pese a que era el cambio de algo distinto, todo salía a la perfección (tal vez demasiado bien teniendo en cuenta que el cambio entre Moyes-Martínez era grande).

El equipo conseguía atacar con claridad, con combinaciones muy buenas. Cada jugada que se proponían era una jugada que casi con total seguridad acababa saliendo. El equipo veía portería y hacía goles. Además, el centro del campo conseguía soportar bien toda la carga ofensiva de los jugadores de arriba, distribuyéndose muy bien cuando los rivales atacaban al equipo. Barry y McCarthy eran una extensión de la defensa del Everton Coleman-Jagielka-Distin-Baines. Mientras que los dos laterales eran esenciales en el juego ofensivo y defensivo del equipo, haciendo que las bandas fueran totalmente del equipo toffee en cada partido, los centrales mostraban una imagen solvente y segura, no otorgaban ocasiones con mucha claridad a los equipos contrarios. Jagielka era junto a Cahill (Chelsea) el mejor defensa de la competición, y Distin, un central con 36 años, dejaba atrás su edad para mostrar que vivía una juventud en Merseyside. Y cuando alguno de estos fallaba, atrás estaba Howard, posiblemente el mejor portero de la campaña pasada. La temporada era completa y perfecta para un equipo que comenzaba una nueva e importante etapa.

Pero esta temporada, la 2014/2015, todo no está saliendo a pedir de boca. Donde la campaña pasada el equipo destacaba, esta se están quedando estancados. Esto, unido al cúmulo de lesiones que ha habido al inicio de temporada (donde algunas no eran de larga duración pero trastocaban los planes de Roberto Martínez), fueron agravando una situación que no veía donde poner el freno. Las jugadas en ataque ya no se ven con tanta claridad, y aunque es indudable la calidad de los jugadores de arriba que tiene el Everton, las combinaciones ya no salen con tanta soltura. Lukaku no ve portería con la frecuencia de la temporada pasada, y Mirallas muestra una imagen menos constante. Tal vez el punto positivo se encuentre en Naismith y Ross Barkley. El primero ha sido el soldado de Roberto Martínez desde inicio de temporada, y pese a sus limitaciones, ha sido de los más constantes en el equipo. El segundo es el futuro del Everton. Un jugador que se ha echado en algún partido el equipo a las espaldas, y que sirve como salvavidas a su equipo cuando se encuentra en un mar de dudas. Junto a esto, el nivel de la defensa ha disminuido notablemente, y el relevo de Stones por Distin se ha visto limitado por la lesión que sufrió el joven jugador inglés ante el Manchester United. Además, los laterales no están siendo tan importantes como de costumbre. El Everton se ha caracterizado por tener unos laterales largos, que intervienen mucho en la zona de ataque (midiendo sus subidas), y que hacen de la banda su lugar. De forma más tímida, suben, pero producen mucho menos que la temporada pasada, algo que su equipo nota mucho y produce que tengan más ansiedad en los ataques.

Un equipo que, mermado en ataque, ha visto como en muchas ocasiones el balón parado se ha convertido en su mejor baza ofensiva. Pese a todo esto, el Everton también ha tenido momentos en los que ha hecho buen fútbol, pero lejos de mostrarse confiados con lo que hacían, con el paso de los minutos, y viendo que no hacían gol, acababan dejando un resquicio por el que sus rivales sacaran algo positivo. Así, cuando el gol rival llegaba, el equipo se desmoronaba y hacia tambalear su imagen y el partido. El resultado: infinidad de resultados negativos. Y a diferencia de la temporada pasada, estos resultados negativos no dejaban una buena imagen, sino la inseguridad de un equipo que necesita reaccionar. Al igual que al ataque le cuesta más crear ocasiones, a la defensa le cuesta más tener la compostura. El equipo recibe más goles, y con más facilidad, lo que acaba siendo un sinónimo de debilidad. El paso que han dado hacia atrás ha hecho que el equipo sea un blanco fácil para cualquier rival que se enfrente a ellos. Si consiguen esperar y aprovechar el resquicio de debilidad que muestren los de Roberto Martínez, tendrán mucho ganado. Y aunque el equipo ha visto como su confianza y su seguridad se veía reducida con el paso de las jornadas. Una confianza y seguridad que tenían al 100% la temporada pasada. Es por esto tal vez, que habiendo ganado 1 victoria en los últimos 10 encuentros disputados (con 2 empates y 7 derrotas), el equipo reflejó su impotencia en el encuentro de FA Cup ante el West Ham, cuando Lukaku empató el encuentro en el descuento (solo hace falta ver su celebración y la de Roberto Martínez).

La solución la tienen dentro de casa. Les falta volver a ganar confianza y seguridad. Y aunque el juego (ofensivo y defensivo) también tienen que mejorarlo, tienen la base puesta para ir hacia arriba. Es indudable que Roberto Martínez tiene toda la confianza del club, y aunque hay voces que ya acechan sobre las dudas que deja el técnico español esta temporada (discutido también por un sector de la afición), el trabajo por el que ha apostado el Everton es un proyecto sólido y con vistas a buen puerto. Confianza y seguridad, eso le falta al Everton, y sobre esas dos cosas tendrán que trabajar para revertir una situación que ha ido demasiado lejos.



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