domingo, 6 de septiembre de 2015

Jonjo Shelvey ante sí mismo

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Jonjo Shelvey jugó por primera vez con el Liverpool, equipo con el que debutó en Premier League, el 22 de septiembre de 2010. Pagaron por él 1,7 millones de libras al Charlton Athletic, y en el total de los 15 partidos que disputó con el equipo de Merseyside durante la temporada 2010/2011, Shelvey fue más reconocido por su aspecto, o por las cosas que hacía, que por lo que mostraba en el campo. Aún así dejó alguna que otra cosa, y demostró saber desenvolverse como un gran llegador. Uno de esos con un gran disparo, y que corren de un lado a otro para acabar estando en el sitio exacto en el momento oportuno.

Pero pese a contar con cierta confianza, y sobre todo demostrar que podía tener un gran futuro, Shelvey no supo buscar la suerte en Anfield, o tal vez la suerte le buscó y no le encontró. La cuestión es que el joven jugador inglés (nacido en 1992) demostraba que aún le quedaba mucho que aprender. Se metía en camisas de once varas con los rivales, cometía errores que acababan costando algún que otro disgusto...pero así era Shelvey. Esa forma de celebrar los goles recordando a su familia (explicó que su hermano, con el que jugaba de pequeño, usaba gafas. Y todos los miembros de su familia también, excepto él), y ese aspecto donde se ve una cabeza totalmente despoblada de pelo. Porque ante todo, caía bien.


Tal vez algunos de estos aspectos de falta de madurez, y la renovación de la plantilla, llevaron al Liverpool a vender al bueno de Jonjo al Swansea en julio de 2013 por unos 5 millones de libras. Y tras su venta, el destino quiso que su primer gol en el equipo galés fuera ante el Liverpool (pese a  que aquél partido el 16 de septiembre de 2013 fue un cúmulo de cosas buenas y malas para él). Mientras los partidos pasaban Shelvey se asentó en el Swansea. Siguió mostrándose como un gran llegador. Es algo en lo que siempre ha destacado. Su potente disparo con la derecha, le permite ser un peligro cada vez que pisa la frontal del área. Pero pese a esto, cuando intentaba hacer algo más de lo que se le daba bien, erraba demasiado.

Posiblemente la llegada de Garry Monk haya sido el punto de inflexión en su carrera. Ha sido el equilibrio necesario para un jugador que estaba constantemente desbalanceándose. Jonjo Shelvey, un jugador dado a cometer errores inusuales en jugadores de tan alto nivel, que muchas veces se enzarzaba con rivales y que veía demasiadas tarjetas, comenzó a cambiar por completo. Monk criticó la cantidad de tarjetas que veía el jugador inglés debido a su pereza dentro del campo. Aún así, su entrenador tenía confianza en él. El Swansea en julio de 2015 le ha renovado hasta 2019.

Y con el cambio, ha llegado un Jonjo Shelvey nuevo y algo desconocido. Un jugador mucho más involucrado en el juego, sin dejarse ver solo como un llegador. Ahora participa más, retrasa más su posición y toma las decisiones de forma más inteligente. Se está reconvirtiendo en un buen centrocampista, algo que hace falta a Inglaterra. Ha mejorado el desplazamiento de balón, a la hora de defender es mucho más astuto a la hora de meter el pie, y ya no va de batalla en batalla con los rivales. Se ha convertido en un jugador clave para el Swansea, puesto que organiza, ataca y defiende. Un complemento perfecto para un equipo con un gran proyecto.


Y esto le ha llevado a volver con Inglaterra, ante San Marino, selección contra la que debutó con la absoluta en 2012. Cuajando un gran partido y siendo sino el mejor, de los mejores de su selección. Para Jonjo Shelvey han empezado a cambiar las cosas. Ha madurado, y la suerte, que no se sabe si la ha encontrado él o ella le ha encontrado a él, ha comenzado a llegar. Ahora solo falta ver qué le trae el futuro.

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