sábado, 10 de octubre de 2015

Los tres momentos de Brendan Rodgers

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La marcha de Brendan Rodgers del Liverpool parecía la mejor solución para una unión que cada vez se miraba menos a los ojos. El técnico irlandés se encontraba en una espiral sin salida interior en la cual no encontraba ni solución ni camino para convencer en el club que ha pasado las últimas 4 temporadas de que él podía cambiar las cosas. Un desánimo que le iba conquistan a él y a la plantilla, una plantilla que tenía ideas pero no estructura, que tenía individualidades pero no conjunto. Un puzzle que se volvía a quedar a medio hacer con las piezas aún por el suelo.

Pero en ese puzzle a medio hacer Brendan Rodgers llegó a conseguir dar forma a las cosas. Consiguió juntar piezas que hicieron que en algunos momentos las cosas tuvieran cierto sentido. Un sentido que siempre tuvo un corto/medio plazo y no quedó patente para lo que podía venir después.


El cambio de posición de Steven Gerrard

Fue una de las primeras cosas que hizo Brendan Rodgers nada más llegar al Liverpool. Hizo de Gerrard un jugador mucho más presente en el centro del campo. Partiendo como mediocentro, al lado de uno o dos compañeros, los que le pusiera el entrenador. Él era quien se encargaba en gran medida de dar ese primer pase que rompiera líneas. Y pese a que los años ya pesaban sobre las piernas, la temporada 2013/2014 consigue estar a un gran nivel. Defensivamente no destacaba, pero si se esforzaba por ser uno más. Y a la hora de atacar, su función era fundamental para que los de arriba brillasen. Dejaba de ser ese llegador imparable para buscar una mayor presencia unos metros por detrás de donde jugaba habitualmente. Y pese a ello también conseguía descolgarse para atacar. 13 goles en toda la temporada de Premier League. Una temporada que quedará marcada por su resbalón, pero que tuvo momentos de puro corazón como la charla al equipo después de vencer al Manchester City en el último empujón de la temporada.

Pero tuvo un límite, y el límite estuvo en el propio Gerrard. Las temporadas pasan y la exigencia física va en aumento. Si la temporada 2013/2014 fue fabulosa, la temporada 2014/2015 nos dejó a un Gerrard mucho más cerca de lo común. Dejó de tener tanto peso en el juego, y eso su equipo lo resintió. Y tal fue la cosa que Brendan Rodgers intentó apurarle como fuera, porque Gerrard es el Liverpool. Intentó encajarle en posiciones donde él se sentía perdido, lo que volvió a demostrar que las cosas no duran eternamente.


El 3-4-3

Durante el primer momento crítico (realmente crítico) de la era Brendan Rodgers en el Liverpool, que se dio durante el primer ecuador de la temporada 2014/2015, el técnico irlandés intentó dar un golpe de efecto al equipo. Los malos resultados arrastraban al pesimismo. Y lo peor, las sensaciones cada vez eran peores. Ni los ánimos eran los mejores, ni el respaldo era el mismo que al principio. Tan siquiera volvería a ser el mismo tras esto. Pese a ello, Brendan Rodgers ante la adversidad consiguió dar con una tecla que salvara el primer obstáculo. Ante las bajas formó un 3-4-3 que hizo que el Liverpool encontrara los mejores momentos de la temporada. El sistema tenía una premisa clara: sacar el máximo rendimiento posible de los tres jugadores de arriba. El equipo, ostentado sobre todo en Coutinho-Sterling, basaba su juego en ambos jugadores. La movilidad de los de arriba, junto a su implicación a la hora de ayudar al equipo a sacar la pelota, hizo que el Liverpool encadenara una racha de victorias muy positivas. Pese a ello, había un exceso de dependencia en ellos. Y no eran jugadores que marcaran muchos goles (la baja de Sturridge se notó mucho en este aspecto, ya que era el relevo de Luis Suárez), ni que tuvieran la regularidad para tirar del equipo siempre...Y eso se acabó notando.

Hubo actores secundarios como Emre Can, que sin ser un central, jugó en la línea de 3 de la defensa. Y lo hizo muy bien, demasiado bien para lo que se le podía pedir. Pero pese a esto, Brendan Rodgers ya comenzó a sembrar dudas en sí mismo sin encontrar el sistema idóneo para acoplar a según qué jugadores. Jugadores que no jugaban en su verdadera posición, como Henderson, Markovic o Ibe de carrileros. Unas dudas que fueron acrecentándose, y que pese a que este sistema diera buenos resultados en su momento y haya tenido algo de continuidad, no ha sido más que un parche que acabó volviendo a caerse.


El trío Sturridge-Luis Suárez-Sterling

Posiblemente el mejor momento del Liverpool en la etapa de Brendan Rodgers, y la que más alegrías dio al club y a la afición. Sumidos en la nueva temporada, la 2013/2014, la vuelta de Luis Suárez después de ser sancionado, una sanción que le afectó al inicio de temporada, supuso un cambio para el Liverpool. Es complicado decir que el gran mérito de dar con la tecla fuera de Brendan Rodgers, pero si consiguió que sus jugadores se sintieran a gusto jugando juntos. Hizo que su delantera se basará expresamente en un trío: Sterling-Luis Suárez-Sturridge. El primero, Sterling, el que más obligaciones tenía a la hora de defender. El segundo y el tercero, Luis Suárez y Sturridge, los encargados de activar un ataque que se acabaría convirtiendo en imparable. El equipo jugaba principalmente para Luis Suárez. Él era el que conseguía que el Liverpool estuviera en un peldaño más arriba. Con la rapidez de sus delanteros, el equipo conseguía plantarse arriba rápido, y ahí tanto combinando como haciendo acciones individuales marcaban la diferencia. La movilidad, el caudal ofensivo y la capacidad de sacar acciones peligrosas de la nada convertían al Liverpool en un equipo temible. Luis Suárez imponía por si solo, pero detrás tenía un respaldo que eran como su sombra. Un total de 101 goles del Liverpool en la temporada Premier League (casi una media de 3 goles por partido) y una distribución de goles en su delantera de: Luis Suárez 31 goles, Daniel Sturridge 21 goles y un prematuro Raheem Sterling 9 goles. Un total de 61 goles entre los 3.

Pero como los mejores momentos de Brendan Rodgers en el Liverpool, esta etapa duró una temporada. Una temporada cimentada con mucho esfuerzo y desmoronada con un final de temporada que tiro por el suelo toda la estructura que se estaba formando. Con ella se perdió la oportunidad de ganar la Premier League, que la acabó ganando el Manchester City en el sprint final, y con ella se marchó Luis Suárez, el jugador más necesario para el Liverpool.

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