Insustituible. Difícil utilizar otra palabra para definir la importancia que tiene Coquelin dentro del Arsenal actual. Difícil porque es una palabra que va más allá de lo que ocupa su nombre en el once, y que rebasa lo puramente futbolístico para entrar en lo emocional. Sin Coquelin, actualmente el Arsenal cambia. Y cambia mucho. Es por esto que aunque el centrocampista francés no tenga pinta de ser un jugador de mimos, en el Arsenal se le mima. Se le mima porque no hay más como él en la plantilla, y porque la relevancia que tiene en cada partido que juega marca un antes y un después en cada intervención que hace. No es un jugador que te desequilibra partidos, pero si ayuda a que su equipo los desequilibre.
Cuando llegó al equipo (cedido en el Charlton Athletic, se cortó el tiempo de su cesión), su vuelta fue más un movimiento de desesperación por cubrir una zona maltrecha que la vuelta de un jugador que pudiera sostener casi por completo un centro del campo que lleva necesitando equilibrio desde que se perdiera a la vieja armada del Arsenal (con Vieira a la cabeza). Posiblemente Wenger era el único que tenía confianza en él, y confianza porque no tenía más remedio. Coquelin no había llegado a tener repercusión dentro del Arsenal a sus 23 años, y parecía que sería otro jugador que se perdería entre cesiones al extranjero y a las divisiones inferiores del fútbol inglés. Pero su vuelta supuso un antes y un después. Supuso el encontrar calma después de tantos dolores de cabeza.
¿Qué ganó el Arsenal con Coquelin?
Coquelin dotó al Arsenal de equilibrio. Un equilibrio que requiere de una precisión exacta. Precisión que el centrocampista francés no siempre alcanza, pero que sí sabe medir a través de su juego, entre lo alocado y lo emocional, entre lo intenso y lo sobrepasado. Pero es inteligente. Inteligente porque sabe medir en la mayoría de ocasiones cada jugada. No es el mejor haciéndolo, pero en un equipo donde la mayoría de sus compañeros se prodigan en ataque, enfrentarse a un rival que sale en tromba cada vez que su equipo pierde el balón supone un problema a resolver. Coquelin equilibra porque aparece en muchos sitios. Consigue llegar bien a la mayoría de coberturas, y cada vez sus decisiones van teniendo más sentido.
Coquelin ofrece recuperación cuando el rival intenta asfixiar a un Arsenal que sufre sin la pelota (pero que ha mejorado en este aspecto). En ocasiones tiene que avanzar unos pasos para ser el primero en encimar a un rival, otras veces tiene que medirse con jugadores más rápidos o más fuertes para pujar por la pelota. Y muchas de estas veces sale victorioso. Porque mide bien la jugada, y sobre todo sabe medir bien al rival que se enfrenta. Por eso es un jugador que no tiene miedo a hacer la falta cuando es necesaria, a tirarse a ras del suelo para barrer un balón o a correr detrás de un rival con el propósito de aguarle la fiesta.
Y con el balón...Coquelin ha mejorado en esta temporada que se ha consagrado. Pese a que no es el primer activo con el balón, si muestra una mayor personalidad cada vez que tiene la pelota en los pies. Se va soltando más poco a poco, y se suele ofrecer como apoyo cuando el equipo va a sacar el balón jugado (a través de Cazorla normalmente). No es el mejor, pero sí intenta tener una mayor implicación.
Todo esto ha llevado a Coquelin a tener una gran importancia. Mayor de la que en un principio se imaginaba, y con una progresión y un impacto brutal en el Arsenal. Tal es la situación que el equipo tiene en él un actor secundario que a veces se convierte en principal, que es irremplazable. Y mientras Coquelin sostiene el centro del campo, el Arsenal seguirá teniendo una mayor seguridad. De Francia a Inglaterra y de Inglaterra a Londres, la necesidad de ha convertido en algo primordial para que el equipo muestra su mejor faceta.
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