miércoles, 8 de febrero de 2017

Una caída inesperada

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En ocasiones no llueve a gusto de todos. Al Leicester, después de que le llovieran la temporada pasada todo tipo de elogios, saboreando la gloria en algo que fue histórico y difícilmente repetible, le está ocurriendo. Tras festejar todo lo posible, siendo el centro de interés para los clubes que miraban con envidia lo que habían conseguido (incluso clubes más poderosos), al equipo se le está atragantando la nueva temporada. Y es que el equipo de Ranieri está en una posición complicada, ya que hace dos temporadas del equipo no se esperaba mucho, e incluso hace una temporada antes de dar comienzo la Premier League todos los análisis marcaban al Leicester como uno de los candidatos para el descenso. Con sorpresa para todos, ganaron el campeonato, y aunque el técnico italiano mantuvo los pies en el suelo para la nueva temporada, algunos fichajes mantuvieron la esperanza de seguir evolucionando (que no volver a realizar la proeza que consiguieron, lo cual es complicadísimo).

Pero lejos de ello el Leicester lleva una temporada en tierra de nadie, al menos en lo que a Premier League se refiere. La cara del equipo no es la misma que la temporada pasada, y aunque la base de jugadores es prácticamente igual, la confianza, la seguridad y la competitividad ha disminuido. Uno de los primeros aspectos que posiblemente marquen este rendimiento (sorprendente para mal), sea el de los fichajes. El mercado de verano del club inglés se ha visto envuelto en un desembolso por figuras que mejoraran ofensivamente al equipo. Se tuvo demasiada fe en una línea defensiva que posiblemente era el punto más flojo de la plantilla. Y en ese sentido, el invertir poco en la defensa para mejorarla les ha lastrado a estar donde están hoy en día: sufriendo por verse cerca del descenso. 

La crisis defensiva

Durante el verano sobo hubo focos para mejorar el ataque en el Leicester. Si bien es cierto que la marcha de Kanté marcó un camino distinto en el equipo, la puesta en escena de centrocampsitas como Mendy, Amartey o King (o Ndidi llegado este invierno) parecían parchear esa baja que suponía un duro golpe. Ninguno está teniendo el efecto que se pensaba de momento. Aún así pilares en el equipo como Mahrez o Vardy continuaron, lo cual mentalmente suponía un plus para afrontar la nueva temporada. No obstante apenas hubo enfoque para reforzar la línea de atrás. Solamente Luis Hernández (llegado libre en verano, y actualmente en el Málaga) se incorporó para reforzar la defensa. Ranieri quiso ser continuista y siguió apostando por Simpson-Morgan-Huth-Fuchs. Posiblemente un exceso de confianza debido al rendimiento de su anterior temporada. El Leicester no ha conseguido encontrar el balance defensivo, y tampoco las piezas que lo respalde en el centro del campo.

Y es que el Leicester va camino de ofrecer su peor imagen defensiva en las últimas tres temporadas. Mientras que la temporada 14/15 se apuntó el equipo 10 clean sheets, y la temporada pasada 15, esta temporada llevan 5 . Al equipo le cuesta tanto o más que hace dos temporadas (cuando parecía que iban a descender) mantener su portería a 0. Algo que se refleja también en el promedio de goles en contra, donde esta temporada llevan 1,71 goles por partido recibidos, más que los 0,95 de la temporada pasada y los 1,45 de la 14/15. 

Simpson era el defensa más débil de esa línea de 4, pero esta temporada el rendimiento de los dos centrales y los dos laterales está dejando mucho que desear. Esto demuestra que la temporada pasada en defensa el equipo también obró un milagro. Durante la actual campaña, cualquier acción parece que pesa más. Los defensas calibran peor cuándo hacer las entradas, van con menos contundencia, se entienden peor y otorgan mucha menos seguridad al portero. Los equipos ya han cogido la medida al Leicester y su defensa. La inseguridad les lleva a otorgar más espacios, defender de forma menos compacta y sobre todo la falta de consonancia entre el equipo entero lleva a que la línea defensiva quede mucho más expuesta que la temporada pasada. Todo ello se une a que los jugadores del Leicester, conocedores de su situación, mentalmente son una montaña rusa, donde están más veces abajo que arriba. Si reciben algún golpe en el partido en forma de gol, la falta de reacción se ve muy acentuada.


La falta de chispa arriba

Los problemas del equipo, aunque se acentúan mucho en algunas posiciones, son sobre todo algo genérico y colectivo. Si en defensa la imagen del Leicester es bastante pobre, echando la vista atrás cuando miras la zona de ataque el rendimiento no es mucho mejor. Y es que durante la campaña pasada el Leicester tuvo dos tramos a lo largo de las 38 jornadas de Premier League: en un primer tramo el equipo se vio sostenido por su delantera, con Mahrez y Vardy. Los de Ranieri basaban su juego en un intercambio de golpes donde focalizaban marcar mínimo un gol más que su rival. Y así lo consiguieron para salir airosos. En el segundo tramo la defensa hizo acto de presencia, y aunque las prestaciones del inglés y el argelino bajaron, el equipo se puso el mono de trabajo para que con todos empujando marcar un gol y no conceder ninguno fuera suficiente para batir al rival. Dos imágenes opuestas que le ayudaron a salir campeón.

Pero esta temporada la delantera tampoco sostiene al equipo. Llevan el peor promedio de goles por partido de sus últimas tres temporadas (1 gol por partido). Algo que vislumbra que aunque no todos los ataques son tan claros, los que tienen que intervenir con más peso en ellos y materializarlos no están pudiendo hacerlo. Y es en este sentido donde el colectivo también se ve influido. La temporada pasada los de Ranieri jugaban a balones largos con sentido. Siempre su desplazamiento era inteligente, buscando una buena opción para que así se encontraran los mejores espacios que acabaran otorgando las mejores ocasiones. Esta temporada aunque ha habido momentos donde parecía que lo hacían, ni los espacios eran los mejores ni quienes tenían que tener relevancia la tenían. Vardy no está siendo tan peligroso para las defensas rivales como la temporada pasada, y Mahrez no parece estar tocado por una varita mágica cada vez que tiene el balón en las botas. A esto hay que añadir que en la mayoría de ocasiones las jugadas del Leicester en ataque comienzan demasiado lejos de la portería rival. Y contra más lejos se encuentran, más complicado les es dar sentido a los balones que tienen. 

Llama la atención el rendimiento ofensivo del equipo porque si se tiene en cuenta los fichajes y el desembolso para mejorar la capacidad de ataque, todo está teniendo un efecto negativo para el equipo. Pese a que han sumado "armas" para poder potenciar su juego a los espacios, todas las piezas parecen mucho más inconexas que en otras ocasiones. Y es que si algo era importante en el Leicester es que uno por uno cada jugador del equipo parecía conectado a sus compañeros. Posiblemente pese a que su juego no era el más complicado, a sus rivales les suponía un dolor de cabeza defenderlos. Hoy en día a los rivales ya no les ocurre esa sensación, y tanto defendiendo como atacando saben qué hacer para dañar a los de Ranieri.

La vista en el futuro

Esta misma semana se comenzó a especular la posible destitución de Ranieri como técnico del Leicester. El club ha dado un paso al frente y ha comunicado oficialmente que el técnico italiano cuenta con todo el respaldo de la junta directiva para salir de esta situación. Y es que posiblemente, como ya ocurriera hace dos temporadas con Nigel Pearson, el Leicester lo que menos necesita en este momento sea algo que les desestabilice más. Lo de la temporada pasada fue un milagro, pero la forma en que se salvó el equipo hace dos campañas también lo fue. Y todo fue a base de confianza y trabajo.

El Leicester necesita más que nunca olvidarse de lo conseguido la temporada pasada, poner los pies sobre la tierra y sudar para seguir en la Premier League. En las últimas jornadas los equipos de abajo han apretado las tuercas para que la zona de descenso se apriete aún más. Y en ese sentido, el Leicester cuenta con una de las mejores plantillas para mantener la categoría. Les falta poner el chip que han tenido en la UCL desde que empezó, una imagen totalmente opuesta a la que están mostrando en Premier League y que les ha llevado a la siguiente fase. Posiblemente en el cambio de actitud y en el empujar todos juntos está la clave del cambio.

El Leicester está en una posición sorprendente esta temporada. Si adivinar que ganaran la Premier League la temporada pasada era un acto de suerte, predecir que esta temporada coquetearían con el descenso también suponía algo difícil. Tras 24 jornadas en las que el nivel global ha dejado mucho que desear, al Leicester le toca regular la defensa, afinar el ataque y comenzar a remontar una temporada que lejos de ser un susto tendría que haber supuesto un paso adelante para que el club creciera de cara al futuro.


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