miércoles, 7 de septiembre de 2016

Un impulso necesario

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Con los inminentes rumores sobre la salida de Cesc Fábregas al Barcelona cada verano, y pareciendo cada vez más cierto que su marcha se iba a dar pronto, el Arsenal centró toda su esperanza en dar con un nuevo jugador que ocupara su puesto si finalmente se marchaba. Con el fallido Lansbury, uno de los preferidos de Wenger, para llenar ese posible vacío, Ramsey y Wilshere se convirtieron en los dos ojitos del técnico francés. En especial, el joven Wilshere. Pequeño, zurdo, capaz de parecer un ángel con el balón pero para los rivales ser un diablo (o diablillo). Un jugador que a falta de determinarse, parecía que ocuparía ese puesto simbólico que iba a dejar Fábregas. De la casa, técnico, con carácter...Wilshere fue la miel en los labios antes de dar el primer bocado. Su eliminatoria de octavos de final de la UCL en 2011 frente al Barcelona fueron el pretexto perfecto para que el aficionado del Arsenal creyera y para que los demás equipos ingleses tuvieran motivos para empezar a temer. Aquella temporada (2010/2011) era la primera en la que tuvo continuidad, y de buenas a primeras, Jack Wilshere se dio a conocer al mundo.

La magia que lo envolvía acabó convirtiendo el regalo en una incertidumbre. Si Wilshere había mostrado en una temporada todo lo que hacía falta para ganarse a la afición del Arsenal, las lesiones frenaron en seco toda buena señal. Las lesiones comenzaron a convertirse en un calvario para el futbolista inglés. A eso se unió la falta de determinar su posición final (había debate entre si tenía que jugar en el centro del campo o un poco más adelantado como mediapunta), lo que hizo que cada vez que volviera no tuviera una gran continuidad. Pese a ello, lejos de aquella maravillosa temporada 2010/2011 Wilshere no encontró ni estabilidad ni equilibrio. Desde entonces no supera en una temporada más de 25 partidos en Premier League, y no ha conseguido disputar en una campaña más de 1722 minutos. Las lesiones y Wilshere, Wilshere y las lesiones.

Frente a la mala suerte que le ha llevado estar en Londres y la falta de fe cada vez más latente, Wilshere y el Arsenal decidieron que lo mejor para él esta temporada era que se marchara cedido. Así tanto el club gunner como el Bournemouth llegaron a un acuerdo para que pasara la temporada allí. Un lugar donde rebajar la presión, recuperar energía y confianza, establecer continuidad y tener un contexto favorable. En conclusión, un sitio donde volver a sentirse futbolista si las lesiones le respetan.


¿Qué supone la cesión?

La posible falta de minutos que podía tener en el Arsenal puso en alerta el no poder ofrecerle lo que él necesitaba: minutos. Se llegó a especular con su marcha cedido a la Roma o al Valencia. Que finalmente haya sido el Bournemouth es una gran noticia para el Arsenal y para el joven jugador inglés. Wilshere no necesitará adaptarse a un nuevo país, una nueva liga...Si bien es cierto que necesitará adaptarse a un nuevo club, todo está con buenos cimientos para que salga bien. En los cherries se reencontrará con uno de sus grandes amigos, el delantero Benik Afobe, con quien compartió muchas temporadas en el Arsenal. Además, se encuentra con un entrenador joven, con una apuesta clara en su equipo y que le puede dar confianza y seguridad.

En un club que además luchará por salvarse del descenso conocerá mejor lo que es trabajar. Wilshere ha sido siempre un jugador algo díscolo. Uno de esos jugadores ingleses que durante su juventud son rebeldes, a veces demasiado competitivos, tomándose a pecho todo lo que les ocurre en el terreno de juego y ganándose de vez en cuando alguna tarjeta por su carácter. Madurará, porque no tendrá más opciones. En un equipo menos grande, con exigencias mucho más marcadas y una presión por objetivos distintos tendrá la opción de crecer mucho. Todo un conjunto de sensaciones distintas que le harán profesional y personalmente mejor.

En cuanto a juego, habrá que observar dónde coloca Eddie Howe a Wilshere sobre el campo. Es posible que se le vea con cierta libertad para poder intervenir en el centro del campo o más arriba (al estilo que jugaba en el Arsenal). Conseguirá dar un poco más de toque por dentro en un equipo donde en las bandas hay verticalidad y aprovechar los espacios rivales cobra una gran importancia. Además el Bournemouth también se podrá definir de las dotes de Wilshere, pues carece de jugadores de su estilo que sepan aprovechar tan bien la zona interior y a su vez se puedan asociar o filtrar pases con la facilidad que lo hace él. 

Ante todo, la cesión busca que consiga alcanzar una continuidad que no ha conseguido. El hacer que aquella temporada 2010/2011 no se quede en una simple anécdota y acabe siendo una realidad. El alcanzar el equilibrio que vuelva a avivar la llama que un día encendió en la afición del Arsenal y de Inglaterra, haciendo que no se apague. Jack Wilshere ha ido al Bournemouth a retomar algo que tiene pendiente con el fútbol.

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