domingo, 26 de febrero de 2017

Ibrahimovic en la final del Southampton

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En pleno febrero llegaba a Wembley el primer partido importante de la temporada. Por ser una final y por las expectativas que creaba el encuentro. La final de la League Cup enfrentaba al Manchester United de José Mourinho, posiblemente el equipo inglés que mejor rendimiento está dando, frente al Southampton de Claude Puel, un equipo que buscaba a través de este partido no solo confirmar su participación en la próxima UEL, sino ganar un trofeo que les ofreciese un reconocimiento por el trabajo que están haciendo temporada tras temporada en el club.

Y con el objetivo de cada equipo de llevarse la victoria, Wembley no decepcionó, y el partido tampoco. Ambos con sus armas, sabiendo lo que se jugaban. El Manchester United en busca de la senda que le devuelva a la rutina de ganar trofeos. El Southampton viviendo un sueño que les remontara a la última League Cup (Capital One Cup) que jugaron en la temporada 1978-1979, pero esta vez buscando ganarla. Pero dentro del propósito del United dentro del cuento del Southampton, Ibrahimovic fue quien dictó el desenlace. Y el Manchester United ganó por 3-2 su segundo título de la temporada.


El problema del Manchester United en el centro del campo

El equipo de Mourinho tuvo uno de los peores partidos defensivamente desde que cogieran la buena racha de resultados. Siendo un equipo fiable, que ocupa bien los espacios y sobre todo se solidariza en la faceta defensiva para ofrecer pocas alternativas al rival, hizo uno de los partidos más flojos que se le recuerdan atrás. Y parte de esto se vio en los primeros cuarentaicinco minutos, donde se vio superado sobre todo en el centro del campo, y a partir de ahí la desorganización se convirtió en algo habitual debido a la movilidad de los jugadores del Southampton por dentro. Con Pogba algo descolgado a veces al defender, Ander Herrera se quedaba como pivote fijo, pero a su alrededor, con las bandas del Southampton abiertas, los que se juntaban por dentro en el equipo de Puel siempre encontraban algún espacio a la espalda del español para castigar. Debido a esto tanto Smalling como Bailly estaban completamente desconcentrados.

En el segundo tiempo Mourinho, viendo el problema que había en este aspecto, dio entrada a Carrick. Si bien es cierto que el Southampton siguió llevando el peso del ataque, no encontró con tanta facilidad el juego interior para hacer daño, aunque no fuera luego la base de sus jugadas ofensivas. Pese a ello, el impacto de Carrick en el Manchester United para ofrecer un centrocampista más para cerrar espacios y ofrecer una mayor organización fue creciendo con el paso de los minutos.


El ataque por los costados del Southampton

Debido a los pocos apoyos que recibían los laterales del Manchester United en una buena cantidad de ocasiones, el Southampton hizo mucho daño a través de las bandas. Pero no basaban las jugadas en ir hilando pases en los costados o hacer combinaciones para acabar llegando a línea de fondo. El Southampton muchas veces salía por dentro, o buscando la espalda de los centrocampistas del Manchester United. En esas ocasiones generalmente siempre había un jugador libre que aprovechaba todo el espacio que le dejaban los defensas, o al menos tenía el tiempo suficiente para recepcionar el balón. Una vez lo hacían, generalmente el Southampton abría las bandas con los laterales o bien en la mayoría de ocasiones con Redmond por la izquierda y Cédric Soares por la derecha. Con estos jugadores abiertos, el jugador que recepcionaba por dentro rápidamente buscaba un pase a la banda para, entonces, ofrecer profundidad.

Es así como el Southampton en algunas ocasiones llegaba a línea de fondo y bien buscaban centros o pases rasos como en los goles de Gabbiadini (el primer gol anulado y el primero para poner el 2-1). Redmond no se guiaba solamente por la banda, por lo que el jugador que más peso tuvo en ese aspecto fue el lateral portugués del equipo por el costado derecho. Amplio el campo, ofensivamente fue una constante para molestar al lateral rival y generalmente siempre finalizaba sus jugadas ofensivas con alguna acción de la que su equipo pudiera intentar sacar algo positivo.


Gabbiadini y Redmond como protagonistas

El Southampton tuvo dos jugadores, o bueno más bien tres, que marcaron la diferencia. Tres porque posiblemente Oriol Romeu se merezca una mención especial aunque estuvo por debajo de los otros dos. Pese a ello, el español demuestra tener un peso grandísimo en su equipo, y sobre todo no hay nadie que pueda reemplazarle con lo que hace (incluso tuvo el 2-3 dando al palo en un remate de cabeza). Es el jugador que siempre se ofrece en el primer pase, y es el primer activo para sacar el balón jugado. Además, es un arma a la hora de buscar un pase arriba que descoloque al rival. Dicho esto, Redmond fue otro de los protagonistas de su equipo en la final de la Capital One Cup. El jugador inglés posiblemente peque de fallar demasiado en los metros finales, más por su forma de jugar que otra cosa. Aún así, partiendo desde la banda, siempre fue un peligro para la defensa del Manchester United. Conduciendo creo problemas, y sobre todo partiendo desde la banda podía elegir tanto ir hacia línea de fondo como irse hacia dentro, lo que fue más habitual en el partido.

Pese a los otros dos, Gabbiadini se llevó los focos de su equipo. El italiano es cierto que ha caído de pie en el Southampton, pero su final cerca del área fue muy buena. Se movió lo suficiente para que Bailly y Smalling no consiguieran defenderle de forma eficiente, y sobre todo de cara a portería fue clave finalizando jugadas para mantener vivo a su equipo. Hizo tres goles, aunque solo dos subieron al marcador. La movilidad que ofreció le dejaba ver en alguna ocasión por las bandas (no mucho). Pero cerca del área y en los últimos metros fue clave para su equipo. Cada balón que rondaba su área de acción suponía una jugada que ganaba o que anticipaba con casi total seguridad frente a sus defensas. Además supo interpretar a la perfección las jugadas que sus compañeros hacían por la banda, tanto cuando los laterales se prodigaban como cuando se buscaba alguna otra alternativa que supusiera crear peligro en el área rival. Sus dos goles dieron alas al Southampton.


Ibrahimovic volvió a marcar la diferencia

Si alguien supo perturbar el partido del Southampton ese fue el sueco. En un partido donde su equipo no le acompañó de la mejor manera, Ibrahimovic volvió a demostrar una vez más que era lo que necesitaba el Manchester United en punta. Con el arranque del equipo de Puel puso el primer gol en el marcador con una falta que propició que se cambiaran las tornas para hacer el 2-0, y aunque en el primer tiempo sus intervenciones tal vez fueron más intermitentes, y echó de menos sobre todo a Mkhitaryan como su compañero más cercano, no se le vio arrugarse nunca a la hora de pedir el balón arriba. Y es que Ibrahimovic no solo es un delantero que marca goles, sino que da al Manchester United un apoyo para aprovechar todo lo que genera cuando empieza a moverse y pedir la pelota.

Sin embargo, su segundo tiempo fue lo que su equipo necesitaba. Con el Southampton empatando el partido y sobre todo buscando el tercero que les diera la victoria, Ibrahimovic se convirtió en el caos dentro de la buena final que estaban haciendo los de Puel. Buscó el balón cuando su equipo más necesitaba que interviniera, y aunque no siempre lo hacía en los metros finales si fue siempre esa alternativa tanto en forma de pase como cuando tenía la pelota que daba aire a sus compañeros y sobre todo les daba la posibilidad de plantarse más arriba. Su peso en el ataque y juego del Manchester United fue creciendo con el paso de los minutos, y a más cansado se mostraba el Southampton o más fatiga iba acumulando debido al desgaste del partido, más daño hacia cada intervención que hacía el delantero sueco. Y así fue como en el minuto ochentaisiete remató un centro de Ander Herrera que puso el 3-2 final en el marcador. Ibrahimovic volvía a desequilibrar la balanza.


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