Veía al Arsenal jugar ante el Southampton, un muy buen Southampton por cierto, y veía que pasaban los minutos y el equipo de Arsène Wenger no conseguía llegar a marcar gol. Aunque eran ligeramente superiores, les ocurría lo que tantas y tantas veces les ha pasado a lo largo de los años, y es que una vez llegaban a pisar la zona de tres cuartos de ataque las ideas desaparecían. Parece utópico esto teniendo en cuenta que jugaban con Alexis Sánchez, Cazorla, Ramsey...Pero el Arsenal es muy de eso, de formar un espectáculo de magos y que ninguno tenga truco final para que el público salga satisfecho de la cita. El Emirates estaba expectante, y mientras los minutos del segundo tiempo seguían pasando, el equipo seguía chocándose contra sí mismo y los momentos de claridad del Southampton.
Pero en el minuto 65 hubo un toque de atención en el partido. Me explico, en este minuto Wenger hizo el primer cambio en su equipo y dio entrada a Giroud por Oxlade-Chamberlain. Ante la defensa del equipo de Koeman, que estaba muy bien ordenado y dejaba poco espacio, Wenger dio entrada al delantero francés para que intentara solucionar este problema y creara cierto desorden. No siempre los jugadores más rápidos son los que crean el mayor caos, o eso cree un servidor. Entonces, sabiendo que Giroud es un jugador con una buena combinación y rápida, y que ofrece facilidades a los compañeros que le rodean para conseguir encontrar portería, el francés comenzó a cambiar el partido el solo. Es cierto que el impacto no se noto desde un inicio, pues el Arsenal estaba metido en una espiral creada por ellos mismos de donde solo podían salir ellos mismos. Pero un rato después, sobre el minuto 75, empezó a dar soluciones a su equipo, un equipo volcado pero que llegado a una situación en ataque se apagaba.
Ofreció como siempre sus mejores apoyos cerca del área. Jugaba de espaldas a portería y recogía el balón, lo soltaba. Giroud combina rápido y de forma efectiva. Falla poco, y él sabe que puede hacerlo porque se le da bien. Es de esos delanteros que durante unos minutos pueden convertirse en los mejores, como cuando uno jugaba en el patio del colegio y hacía una jugada donde se sentía por encima. A Giroud imagino que le pasa, y cuando se convence de ello es difícil pararle. El francés es inteligente y sabe que sin balón sus movimientos también se vuelven vitales. Se movió mucho y bien por el área, otorgando a sus compañeros mayor espacio para moverse. Fijo a los defensas y consiguió que su equipo tuviera alguna que otra ocasión. Pero cuando el Arsenal conseguía clarear el horizonte y buscar portería, se encontraba Forster, sobre el que daría tiempo a escribir otra entrada porque lo merecería. El público apretaba en los últimos minutos, los jugadores del Arsenal buscaban sin cesar entrar al castillo del Southampton y conseguir la corona, los 3 puntos, pero estos se defendían con uñas y dientes. Hasta que el Arsenal marcó en el minuto 89.
El gol fue de Alexis Sánchez, y con cierta suerte la verdad, pero el mérito fue de Giroud. El mérito fue del francés porque cambio el devenir del partido con su entrada. Y no sería extraño ver que se vuelve en el revulsivo del equipo, en el jugador número 12 ante partidos que se vuelven complicados. En su día fue Podolski el que tenía esa labor, la de entrar desde el banquillo y agitar los partidos, puede que hoy Wenger elija a Giroud para esta labor. Cuando Giroud está entonado da sensación de ser uno de los mejores arriba. Sabe pasar, sabe marcar, asistir, es un delantero completo, más de lo que parece en ocasiones, sobre todo cuando no da pie con bola en algún partido. En un equipo es tan importante tener un gran equipo titular como tener un gran banquillo que te ofrezca respuestas. El Arsenal está lleno de magos, pero una vez más los aprendices tuvieron que hacer el truco final para que el equipo acabara la noche con aplausos.
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