Fotografía: thefa.com |
El Mundial está dejando una primera jornada de duelos complicados, donde incluso las máximas favoritas no se están imponiendo con determinación en sus partidos. En Rusia se está viviendo en un contexto donde el orden defensivo está tomando un gran papel para que no haya un rival fácil, o al menos, intentar paliar todos los defectos con disciplina entre unos y otros jugadores. Inglaterra comenzaba su Mundial ante Túnez, un rival cualitativamente menor pero que en los amistosos había demostrado poder ser un hueso duro.
Southgate salió con un XI algo más ofensivo de lo que podía dejar entrever a lo largo de los meses previos al Mundial. Podía parecer que tendería a resguardarse defensivamente, pero ni mucho menos. Por ello apostó por Henderson en el pivote, Ashley Young en el carril izquierdo, Lingard como un falso interior y sorpresivamente Maguire en la defensa de tres por delante de un Cahill que parecía que partiría titular por la experiencia que tiene. Todo en la búsqueda de beneficiar al grupo de cara al ataque, y también tratar que el primer pase en el centro del campo fuera el mejor posible. Un llamamiento a la verticalidad que caracteriza a su selección, pero teniendo el control del partido.
XI Inglaterra: Pickford-Walker, Stones, Maguire-Henderson-Trippier, Lingard, Dele Alli, Ashley Young-Sterling, Harry Kane
Harry Kane desequilibrando el ataque
El futbolista de mayor impacto dentro del partido. Ya no solamente por sus dos goles (los primeros en un Mundial), sino por todo lo que aportó a sus compañeros con y sin balón. Ocupando la delantera de la selección con Sterling, Harry Kane fue en muchas ocasiones el apoyo en tres cuartos de campo para que su selección pudiera imprimir a partir de ahí una velocidad más a los ataques. Pero no solo se quedó en eso, sino que además se movió muy bien para que cuando la pelota no llegaba a él los demás atacantes pudieran aprovechar los espacios que generaba. Y ahí Sterling con recepciones o Dele Alli y Lingard con desmarques tuvieron una buena interpretación cuando Harry Kane se movía hacia las bandas y atraía la atención de los defensores.
Incluso en el segundo tiempo, cuando más espesa se mostró Inglaterra debido a la buena defensa de Túnez, Harry Kane consiguió ser claridad dentro de la negatividad del fútbol inglés. El partido del delantero del Tottenham vale mucho porque manejó bien cada cosa según la situación del partido. Durante el primer tiempo supo contagiar y contagiarse de los ataques de Inglaterra, rápidos y con combinaciones que les acercaban a la portería rival. Y durante el segundo, fue un apoyo para toda la falta de apoyos en tres cuartos de campo. Comprendiendo bien qué hacer con el balón y sin él para influir en el partido. Y seguramente, cuando parecía que ya todo estaba sentenciado y más cansado estaba, apareció en el descuento para dar la victoria a su selección.
Henderson desde la base
La apuesta de Southgate por Henderson como pivote suponía una premisa clara, y era sacar todo el provecho de la plantilla a la salida de balón. No era la búsqueda tanto de la posesión o contemporizar bien, sino otorgar la máxima claridad a su selección de cara a alcanzar los metros finales del campo. Y en ese sentido el futbolista del Liverpool hizo un partido completo y bastante sobrio. Fue el enlace para la defensa inglesa, que al final lo que hacían era mover el balón hasta que naciera la posibilidad de enviar la pelota a los de arriba para imprimir un mayor ritmo. Henderson buscó ser el balón para ser el pase que encontrara a los atacantes. Y no solamente eso, sino que con balón tuvo mucha claridad de cara a lo que tenía que hacer. Supo enviar en corto cuando el partido lo pedía, y hacer envíos en largo (muy buenos) cuando había algún desmarque o posibilidad de aprovechar un espacio.
En el segundo tiempo sus intervenciones no se redujeron. Siguió apareciendo, pero la selección inglesa estuvo muy apagada con el balón. Faltó que los de arriba volvieran a aparecer para imprimir una mayor fluidez a la pelota. Junto a la falta de movimientos, o apoyos, Henderson solamente tuvo en Harry Kane sobre todo un receptor más arriba. Aún así no cesó de enviar buenos balones en largo, sobre todo, para que sus compañeros pudieran crear peligro (algo que aprovecharon bien los carrileros por ejemplo).
El papel de los carrileros
Para Inglaterra, con el nuevo sistema, la importancia de los carrileros ha tenido una gran repercusión en los partidos. Generalmente, y aunque ofrecían mucha profundidad, en más de una ocasión en la izquierda la selección se amparaba para buscar una mejor salida de balón. Con la apuesta de Ashley Young, la salida de balón se siguió apoyando en los carrileros, pero sobre todo para atraer jugadores tunecinos y a partir de ahí hacer nuevos envíos a los espacios que quedaran libres. Pero lejos de esto, y en una selección donde los atacantes no estaban guiados a buscar el juego de banda, tanto Ashley Young como Trippier abrieron mucho el campo y subieron bastante. Dieron profundidad a la selección y en más de una ocasión llegaron a línea de fondo para colgar balones.
En el segundo tiempo su participación atacando cesó un poco, y no tuvieron oportunidad de ser tan profundos debido a que Túnez se defendió mejor con un cambio de sistema. Pero siguieron teniendo cierta repercusión, como en el primer tiempo, en el balón parado. Y es que tanto Ashley Young, como Trippier sobre todo, se encargaron de sacar las faltas y los córners. Y ahí Túnez no tuvo el control de la situación en ningún momento. Incluso muchas de las jugadas de Inglaterra les suponía una complicación al defender debido a que lo ensayado iba dirigido a una torre como Maguire (ya fuera rematando en el segundo palo o buscando dar continuación con un remate de cabeza). Sea de la forma que sea, finalmente los dos golpes llegaron tras jugadas a balón parado, lo cual da valor a todo ello.
Con este partido, Inglaterra pese a vivir pendiendo de un hilo debido a un inocente penalti de Walker, consiguió sacar una victoria importante. El primer tiempo fue bueno, tanto defendiendo como recuperando balones y ofreciendo un juego vertiginoso una vez llegados a tres cuartos de campo. El trabajo hace falta en el segundo, donde no es algo poco habitual que a Inglaterra se le apaguen las luces cuando su rival da un paso adelante en el partido o varía algo para imposibilitar el juego de la selección de Southgate. Sobre la bocina, pero los tres puntos cobran mucho sentido para una selección que prácticamente se "estrena" en una competición así (ninguno de los futbolistas titulares había superado los 40 partidos como internacional antes de jugar frente a Túnez).
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